A las puras y a las maduras

El silencio del insomne acompasa los giros de gozne
que le mantienen en vilo, al filo de la madrugada;
cuando se abren las dudas, no así las maduras,
y tampoco es tan pura la costura de las noches crudas.

A baja velocidad las horas cobran personalidad;
cuando no importa caer, la luz pierde protagonismo,
aun más cuando no te ves fondo a ti mismo,
y entre tanto onanismo cuesta ponerse cachondo.

Un cartel cogido al pecho con tirafondos,
un cante jondo de amaneceres maltrechos
al barbecho de un sol asqueado de placeres.

Un lado malo del perfil con menos trasfondo,
un halo redondo como tetas de marfil
al escote de la cama con menos quehaceres.

Reynel.

Una respuesta

  1. Vaya, para una de las pocas veces que decido a escribir y ahora me doy cuenta de que te mudas.
    ¡Todo sea para bien! Mientras vayas cambiando de lugar pero dejando señales, todo bien.
    ¡Un abrazo!

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